"y se metió en el subte Dirección Plaza de Mayo..."
(Ricardo Piglia "La ciudad ausente")
Estas imágenes son un diario fotográfico que cruza Buenos Aires casi a ciegas, en la oscuridad de la intuición, con una cámara breve, una pocket, la única compañía en una ciudad cuyo estado cambia implacablemente. Estas fotos/sensación son un gesto romántico de reconstrucción de la cartografía vulnerable de esta ciudad subterránea. El viaje intensifica los sentidos, los estados mas íntimos y biográficos se fusionan con el espacio generando una memoria emotiva de esta geografía simbólica que es la ciudad. La transformación acelerada de Buenos Aires nos precipita a extremizar las percepciones de nuestra ciudad interna, aquella que se reconfigura paralela a la ciudad exterior que cambia sin retroceder o esperar. Tiempo y espacio agudizados hablan de un cruce único e irrepetible entre sujeto y espacio, encrucijada entre la biografía particular y la historia compartida en donde se unen inseparablemente ciudad y sujeto en un bio- cartograma. Ese espacio perceptivo tan especial cuando viajamos nos permite conectarmos con el estado de la ciudad, un estado de lo social que marca y define las características de un acontecimiento histórico. Si en ese espacio poético/político donde inscribimos nuestra memoria colectiva y particular, colocáramos una pequeña cámara perceptiva quizás registraríamos ese vacío, esa extraña soledad acompañada que vivimos en silencio en esta fugaz ciudad subterránea. Estas fragmentarias secuencias fotográficas detectan sistemas invisibles que actúan como un potente imagi- nario inmanente de una identidad espacial específica, efectiva y vital que delínea una cultura que se piensa espacialmente reacomodándose sin cesar a las crudas transformaciones urbanas. Estas instantáneas retratan esa ciudad subterránea de luz afectiva, cálida y antigua, ahora fría y azulada, laberinto tatuado de historias en azulejos italianos, oscuridad protectora, ensimismada, silenciosa como el murmullo de un ángel guardián.
Fabiana Barreda, 1998
En 1998 la autora presentó el libro La ciudad subterránea junto con la instalación fotográfica de obras en escala montadas en los mismos soportes curvados de las publicidades de los subtes.Allí tematiza la soledad urbana. En su recorrido por los subterráneos de Buenos Aires registra con una humilde cámara pocket el estado de las estaciones, desde las más antiguas hasta las recién recicladas, dejando constancia de sus transformaciones. F.B. captura y ennoblece imágenes de la desolación, las fotografías recuperan una atmósfera propia de los restos de una civilización perdida. Su mirada recorre vagones, andenes, escaleras, túneles laberínticos, carteles publicitarios, se detiene morosamente en sitios no convencionales confirmando aquello de que Dios está en los detalles. En ese contexto el protagonismo no recae precisamente en aquello que menta, sino en lo que calla, hay una voz desgarrada que clama por la ausencia de seres vivientes. Desde sus inicios en el arte, Fabiana ha escrito y gestado obras cuyo eje transita precisamente por el cuerpo. En esta nueva propuesta la ausencia de cuerpos metaforiza un vaciamiento de almas. F.B. traza la anatomía de la ciudad oculta. Por sus entrañas circula un incontrolable flujo humano, víctima del descentramiento del sujeto en lo "otro", por oposición a los espacios que son vividos desde el sí mismo, y "concentran ser" en el interior de límites geográficos protectores. El ojo de Barreda se apropia del "no-lugar" que describe Marc Augé,9 son lugares que no alcanzan a formar identidad con sus habitantes, espacios de anonimato que impiden fundar una identidad grupal vinculada al sitio. El no-lugar se caracteriza por el olvido inmediato, la mirada fugaz, la contemplación sin conciencia. Se produce una estética de la desaparición en términos de Paul Virilio. La estrategia utilizada incluye una obsesiva focalización de partes, creando una poética de lo fragmentario, la rigurosidad para captar detalles cumple la función de conservar el pasado, amenazado por este presente eterno del tiempo real, que vivimos a través de los mass-media. Pagnol denomina la soledad múltiple del ghetto cósmico al efecto de la falsa proximidad de ese mundo sin espesor y sin sombra, cuya unificación mediática anunció Mac Luhan. El mismo subte que ha servido de refugio antiaéreo, y que quedó inmortalizado en los dibujos de Henry Moore, es también sede del vandalismo japonés que asfixia a los pasajeros con gases tóxicos. El subte -elegido por los escritores de graffiti como expresión de una cultura marginal para exhibir sus discursos- es el mismo que oficia de útero protector para home-less y sobre-murientes en las grandes urbes contemporáneas.Fabiana despliega maravillosas fugas en perspectiva, espacios reales devenidos abstracciones, símbolos del eterno retorno, el caracol que conecta lo nuevo y lo antiguo en lo eterno y cíclico. Crea una nueva cartografía diseñada en la precariedad refulgente que caracteriza el fin de milenio en la metrópoli. Es un viaje a través la dura corteza de la cotidianeidad y la decadencia que se refleja en el brillo de los nuevos materiales. Hay otros trayectos, otra trama de conexiones posibles, otro relato de las vivencias para salir del exilio interior. Como un navegante solitario se aferra a detalles de las cosas más cercanas, para evitar experimentar el vértigo doloroso, el terror abisal que retorna en una mirada oblicua. No se trata de los objetos mismos sino del vacío que los rodea "...no de las imágenes mismas sino de transformaciones, desplazamientos, intersticios, hiatos...", sostiene Maurice Blanchot. En el prólogo del libro que reúne este ensayo fotográfico escribe Marcelo Pacheco: Barreda anuda un gesto político con un gesto poético para escribir un texto donde se mezclan la melancolía con el estupor, la visión romántica con el registro arqueológico, el misticismo con la frialdad del mapa informativo, el diagnóstico con la descripción antropológica. Cada fotografía intenta recuperar para la memoria un paisaje emocional que cambia rápido, preciso y certero, al mismo tiempo que señala los síntomas físicos de la transformación y al mismo tiempo que muestra una nueva cartografía cultural.
In 1998 the author presented the book La Ciudad Subterránea along with photographic installations of works to scale mounted in the same curved supports used for advertising in the subway. In them, the author dealt with the theme of urban solitude. In her passage through the subways of Bs. As. she registered the state of the stations, from the oldest to the recently renovated using a humble "pocket" camera, evidencing their transformations. F.B. captures and ennobles images of desolation, the photographs take on an atmosphere pertaining to the leftovers of a lost civilization. Her gaze covers cars, tracks, stairways, labyrinthine tunnels and advertisements, slowly detaining in non-conventional sites to confirm what they say: God is in the details.In this context it is not that which is mentioned but that which is silenced that gains attention, there is an audacious voice that cries out the absence of living beings. Ever since her beginnings in the art world, Fabiana has written and developed works whose axis passes precisely through the body. In this new project the absence of bodies is a metaphor for a depletion of souls. F.B. traces the anatomy of the hidden city. An uncontrollable human flow circulates through its innards, victims of the decentralization of the subject in the "other", in opposition to spaces that are lived from the being itself, and that "concentrate being" within limits of geographic protection. Barreda's eye appropriates the "non-place" that Marc Augé9 describes, those places that do not manage to form an identity with their inhabitants, anonymous spaces that impede group identities from being founded in connection to the site. The non-place is characterized by being immediately forgotten, by fleeting glances and unconscious contemplation. An aesthetic of disappearance, in terms of Paul Virilio is produced. The strategy used includes an obsessive focalization of parts, creating a poetry of fragments, the rigor of capturing details complies with the function of conserving the past, menaced by this eternal real-time present, that we live through mass media. The "multiple solitude of the cosmic ghetto" is how Pagnol denominates the effect of false proximity to this world "without depth and without shadows", whose unification through the media Mac Luhan11 announced. The same subway that served as an anti-aircraft shelter and that was immortalized in Henry Moore's drawings is also the site of Japanese vandalism that asphyxiates passengers with toxic gas. The subway -chosen by those who write graffiti to exhibit their discourse as an expression of a marginal culture - is the same one that serves as protective uterus for the homeless and sobre-murientes in large contemporary cities. Fabiana reveals marvelous receding perspectives, real spaces become abstractions, symbols of eternal return, a snail that connects the old and the new in an eternal cycle. She creates a new cartography designed in the shining precariousness that characterizes the metropolitan end of the century. It is a trip through the hard skin of the everyday and the decadence that is reflected in the shine of new materials. There are other trajectories possible, other patterns of connections, other stories of lives lived to escape internal exile. Like a solitary navigator clinging to details of the things closest at hand, to avoid experiencing painful vertigo, the abysmal terror that returns in an oblique glance.It is not about objects themselves but the emptiness that surrounds them "...not of the images themselves but of transformations, displacements, interstices, hiatus..." as Marice Blanchot sustains. In the prologue of the book that includes this photographic essay, Marcelo Pacheco writes: Barreda ties a political gesture and a poetic gesture together to write a text where melancholy is mixed with stupor, romantic vision with archeological register, mysticism with the coldness of an informative map, diagnosis with anthropological description. Each photograph attempts to recover an emotional landscape that changes rapidly for the memory, precise and certain, at the same time that it signals the physical symptoms of transformation and shows a new cultural cartography.