VESTIDOS HABITADOS, 1996


  • Vestidos habitados, 1996

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Vestidos habitados, 1996

La luz entraba por la ventana, suave, oblicua.
En ese instante el tiempo podía contarse, existía.
Puro y agónico se recostaba sobre sus ojos.
Las flores se secaban y el olor de los vestidos se confundía,
filtrandose sin temor hacia otro mundo, otro lugar donde
la belleza no moría.
Sus ojos se empezaban a abrir y al tacto la cámara paralizaba
esa piel deshabitada.
Los rayos del sol entibiaron las telas, ahora ella volvía a la vida.
Fabiana Barreda